LOS INDIOS SUTAGAOS
Por Luis Fernando Castañeda S
La tribu que
habitó en el área territorial de la actual Fusagasugá fue la de los Indios
Sutagaos, nombre que etimológicamente significa, “Hijos del Sol”. Sutagao está
formado por dos vocablos Chibchas, Suta: Sol; Gaos: Hijos.
Los Sutagaos o
Soagagores, llamados también Fusagasugáes se han considerado de origen chibcha,
pero con influencia de los Caribes, Andaquíes, Pijaos y Panches. Unos los han
considerado Panches, otros se centran en su origen Caribe. Su naturaleza
sedentaria les facilitó la adaptación al clima y a los recursos de la zona.
Los Sutagaos
era el grupo nativo más importante en la provincia del Sumapaz, región que
compartían a su vez con otras tribus ancestrales como: Usathamas, Tibacuyes, Doas,
Cundayes, Pandis y Pascas, entre otras.
FENOTIPO
Los Sutagaos
eran de estatura mediana, nariz ancha, pómulos sobresalientes, cabellos lacios
y negros, cara ancha, escasa barba, ojos semi-rasgados, piel cobriza y en
general su contextura era recia y fuerte.
Algunos
historiadores han afirmado que eran tímidos, huidizos, perezosos y un tanto
afeminados.
VESTUARIO
Vestían
guayucos y eventualmente mantas atadas al hombro, las mujeres llevaban una
rústica falda debajo de la manta. Los hombres importantes de la tribu portaban
narigueras, zarcillos y pectorales.
JERARQUÍAS
El jefe era el
cacique quien ejercía el poder directo sobre tribu en lo relacionado con la
guerra, las faenas y actividades cotidianas. En caso de enfrentamiento con otra
tribu, el cacique se encargaba de hacer pactos o de encabezar a sus tropas. El
poder lo heredaba el primogénito de la hermana mayor del mismo jefe.
Le seguía en
liderazgo el brujo que cumplía las labores de curandero, yerbatero y de
realizar los rituales a sus dioses.
Los guerreros
eran los hombres jóvenes y adultos de la tribu que estaban en condiciones de
combatir, aunque en tiempos de paz cumplían las labores de caza, búsqueda de
alimentos, fabricación de armas y realizar acciones de pillaje.
Las mujeres
cumplían las faenas domésticas de recolectar frutos y miel, preparar los
alimentos, tejer, mantener el fuego.
VIVIENDAS
Su tipo de
vivienda estaba conformada por chozas construídas con bejucos, caña brava,
palmicha, madera, guadua, varas, paja y arcilla, también tenían rústicas empalizadas, construidas en las
cercanías de las quebradas. Los hombres, mujeres y niños vivían en bohíos que
albergaban a un número grande de nativos. No era extraño el amancebamiento. Se
han hallado algunas cuevas sobre las márgenes del río Sumapaz posiblemente
usadas por los Sutagaos.
ALIMENTACIÓN
Se alimentaban
de la caza de borugos, venados, comadrejas, armadillos, conejos y curíes,
también de la pesca, abundante en ríos y quebradas. Las labranzas eras escasas,
sin técnica y de muy pobre producción. Consumían papa, maíz, auyama,
arrachacha, batata, habas, yuca, miel y frutas silvestres como la pomarrosa,
guama, guayaba y pitahayas. Igualmente plantaban árboles frutales de curos y
plátanos guineos.
Endulzaban sus
bebidas con miel de abejas y con la sal daban mejor gusto a las carnes.
COSTUMBRES
Solían asaltar
a los viajeros por los senderos que atravesaban sus dominios, organizados en
bandas, para quitarles las mercancías y objetos de algún valor.
Emprendían en
grupos cacerías y vigilancia del territorio. Eran tímidos, pero hábiles en el
manejo de hierbas con las cuales preparaban hechizos para derrotar a sus
enemigos, pero no eran dados a ser muy aguerridos. Utilizaban como armas:
varas, flechas envenenadas, macanas, mazas de guayacán y hondas. Practicaban la
brujería y eran hábiles curanderos.
No usaron
asientos y las reuniones las hacían sentados en cuclillas.
De los Muiscas
(Chibchas) heredaron el consumo de alucinógenos vegetales para uso religioso y
aún de intercambio comercial con otras tribus, tales como el Borrachero o
Datura abundante en la zona, la
Coca que se encontraba silvestre, y de una especie de Rapé
elaborado con semillas de Yopo (Anadenanthera Peregrina) bien pulverizadas.
Bebían guarapo endulzado con miel, la chicha de maíz fermentado y masticaban
coca.
LENGUA
Muchos han
sido los estudios realizados por los expertos para establecer la lengua
empleada por los Sutagaos, pero no se tiene referencia exacta sobre su lengua,
ni sobre las formas lingüísticas usadas por esta tribu, posiblemente empleaban
una variante del caribe o del panche, o en su defecto, una variación regional
del chibcha, pero ésto último algunos lo descartan. Los conquistadores
españoles se valieron de traductores para establecer comunicación con
ellos. En el año de 1592 figuraba como
uno de sus intérpretes, Juan de Lara.
RELIGIÓN
Hacían
ofrendas a ídolos de oro, barro y tallados en madera, ante los cuales hacían
sus ritos y adoración, les ofrecían especialmente parte del producto de sus
fechorías. Es probable que por influencia de los Muiscas hicieran también
adoración al sol (Sué), a la luna (Chía) y al diablo (Busiraco).
Existían
sitios destinados a los varios ritos tales como el de la fertilidad en lugares
próximos a lo que es hoy el Resguardo, Balmoral y en cercanías a la Aguadita.
ACTIVIDAD
ECONÓMICA
Cultivaban
algunos escasos y rústicos sembrados de maíz, extraían y comerciaban la miel de
abejas, cera de alumbrar o de laurel cerezo, los higos o cactus, la pitahaya,
el hayo (coca), cuerdas de fique, pita, cueros (de venado, zorros y otros),
artesas de madera, algunas vasijas de barro.
INTERCAMBIO
COMERCIAL
Hacían trueque
con los Muiscas de la sabana con el algodón, se proveían de sal, mantas de
Nemocón y ollas de barro de la zona de Sesquilé, también intercambiaban productos
con los Pijaos y Panches, como curíes, cubios y fríjoles. El oro lo obtenían de
éstos últimos.
POBLAMIENTOS
INDÍGENAS
Antes del
arribo de los primeros españoles, aparecían como poblamientos indígenas de
variada procedencia en la región del Sumapaz: Fusagasugá, Uzathama en la
confluencia de los ríos Subia y Barroblanco, Quiguate en la zona de Pandi,
Búchipas (Bochica) en lo que hoy es Gúchipas en Pasca, Tumbía en las cercanías
al Boquerón a 6 Km de Pandi, Doa cerca de la actual Cabrera, Payagua, en el
sector de Tibacuy el asentamiento llamado Panches (de la tribu del mismo
nombre), Pandi y Machamba, así como Mengua, Guamandí, Doho, Chombi, Pasquete,
Cumbate y Cuyugua.
A inicios del
siglo XVI figuraban como poblamientos indígenas: Fugayzugá, Zubia, Tibacuy,
Pasca, Ciénaga, Sumapaz, Suzutama y Fosca. La población indígena no era
numerosa como se piensa, sino más bien reducida, según se deduce de la incursión
a la región que lideró Hernán Pérez de Quesada y sus tropas hacia 1539.
En 1630, siglo
XVII eran poblamientos sutagaos en encomienda: Sumapaz, Guamandí, Doho,
Cayagua, Menchoa, Guanoz, Chombí, Cumbate, Pasquete y Mengua. A mediados del
siglo XVI figuraban como pueblos de indios: Fusagasugá, Uzathama, Búchipas,
Pandi, Pasca, Suma Paz, Doa a orillas del río Sumapaz a 4 km de Pandi, cerca de la
actual Cabrera, y finalmente Tumbía. En 1774 sobrevivían, a duras penas, los
poblamientos indígenas de Fusagasugá, Uzathama, Candí, Tibacuy y Pasca, el
resto de asentamientos de menor importancia se habían agregado a los
anteriores.
TERRITORIO DE LA TRIBU
Las poderosas
tribus que rodeaban el territorio sutagao eran por el sur los Pijaos, por el
occidente los aguerridos Panches, con los cuales mantuvieron rivalidad y por el
costado norte los dominios Muiscas, más exactamente con los del Zipa de Bacatá
(Funza).
Los Sutagaos
habitaron en el territorio del actual municipio de Fusagasugá y mantenían, de
cierta manera, una alianza con otras tribus de la región del Sumapaz en caso de
ataques de enemigos poderosos que pusieran en peligro sus territorios.
El territorio de los Sutagaos y sus aliados se
extendía por el costado sur, entre el río Sumapaz y su zona de influencia hacia
el páramo. Por el Norte con las montañas que rodean al sur la Sabana de Bogotá. Su área
de influencia incluía los pueblos indios de Fusagasugá, Pandi, Tumbía, Doa,
Suma Paz y Machamba hasta llegar al Páramo del Sumapaz. Por el Occidente
colindaban con las tierras de la tribu Panche, siendo la cordillera de Tibacuy
el límite natural que separaba sus dominios. Allí existía el pueblo panche de
Iguayma y Topayma y que el oidor Aróstegui en su informe llama Panches,
posteriormente cambia su nombre por Cumequentam (nombre con que se designa una
loma) y posteriormente por Cumaca.
Los límites
abarcaban desde el actual Boquerón subiendo por el río Chocho hasta frente a
Tibacuy y de allí al Alto de la
Cruz, quizá por la depresión de Cumaca. Resumiendo se podría
decir que cubría las áreas de los actuales municipios de Fusagasugá, Tibacuy, San
Bernardo, Venecia, Cabrera, Pandi, Arbeláez, Pasca y parte de Melgar.
Según se
establece preexistía una alianza ancestral de los nativos de la región, siendo
los Sutagaos el grupo más prominente. A mediados del siglo XV eran caciques: el
Usathama, el Fusagasugá, el Tibacuy y el Pasca, además de uno poderoso hacia el
sur llamado Suma Paz.
Cuando los
Muiscas invadieron el valle de los Sutagaos en el siglo XV (1470-1490), los
caciques de la región se unieron para defender sus territorios. A partir de
allí los límites territoriales con los Panches llegaban hasta Subia, en donde
se había instalado una guecha o fortín para contener invasiones, pero hay
vaguedad en relación con su ubicación, también se afirma que en este sitio
había un expléndido palacio de los Zipas y que también contaba con un camino
que lo unía con la Sabana.
OTRAS TRIBUS
INDÍGENAS DE LA REGIÓN.
Las tribus de
Usathama, Pandi, Doa y de Pasca, mantenían estrechos vínculos con los Sutagaos
y se unían ocasionalmente, cuando sus territorios eran amenazados por grupos
indígenas extraños a la región.
Los indios
Tibacuyes (Tibaquis) de influencia chibcha, estaban asentados al oeste, en la
parte alta del valle y el río Chocho o Panche que separaba sus dominios de los
Sutagaos. Los Sumapaces y los Doas se hallaban al sur. En el siglo XVI Los
indios Tumbías ayudaron a los españoles en las construcciones de Altagracia.
En 1784 se
hace alusión a los indios Chiayzaques que vivían en las cercanías del río
Fusagasugá, dispersos por los bosques y eran bárbaros, mantenían vínculos con
los Fusungaes. En 1820 son nombrados los indios Yanaconas que habitaban por el
sector de Usatama.
GUERRAS DE LOS
SUTAGAOS
La tribu de
los Sutagaos, muchos años antes de la invasión Muisca, conservaron cierto grado
de influencia estratégica, aunque se duda, sobre otras tribus como los
Supamaces, los Cundayes y los Doas. También mantuvieron vínculos con los Pijaos
y los Neivas, según lo afirman algunos investigadores.
Los indios
Sutagaos mantenían su independencia con relación al Zipa de la sabana, como
también de sus vecinos los Panches. Sin embargo los Muiscas (Chibchas)
quisieron imponer un dominio estratégico sobre el valle de los Sutagaos y al
mismo tiempo recibir el juramento de fidelidad y tributo para con el Zipa, lo
cual ocasionó algunos enfrentamientos con los Sutagaos (1470 y 1490), aunque
según versiones más fidedignas, los Muiscas querían ante todo asegurar
primordialmente las fronteras de su territorio contra las incursiones panches, desafortunadamente
el territorio sutagao estaba en medio, lo que generó en últimas esta campaña
militar.
El cacique
Usatama se había enterado de los proyectos belicosos de los Muiscas y aunque
mantenía cierta enemistad con los otros caciques de la región tales como
Tibaqui, Panche o Pandi, Sutagao y Pasca, logró por intermedio de su mujer,
también guerrera, de nombre Zerathema, la unificación de sus huestes para salir
en defensa de sus territorios. Algunas fuentes afirman que Uzathama era general
de armas del Fusungá (Sutagao) o jefe de los Sutagaos, otras dicen que Usathama
el jefe de todas las huestes, auxiliado por el cacique Tibacuy.
PRIMERA
INVASIÓN CHIBCHA
Esta se
produjo en el siglo XV cuando el Zipa Saguanmachica, al frente de 30 mil (sic)
guerreros muiscas, emprendió la invasión del valle de los Sutagaos, tomando
como vía los páramos de Fusungá, luego pasó por las serranías y tierras frías a
los dominios de los Pascas y Chyayzaques, y posteriormente sus tropas
ingresaron a la inmediaciones de la zona, posiblemente el límite sur de Pasca
con Fusagasugá, próxima al valle, en donde encontraron en la entrada una gran
resistencia en su avance.
Los Sutagaos
al mando del cacique Fusagasugá (Fusungá o Sutagao) con una numerosa tropa les
opuso seria resistencia tomando posición de una colina estratégica, para sacar
ventaja y decidir el enfrentamiento, al seguir los movimientos de los chibchas
y tener la posibilidad de escape. El sitio era estrecho y colindante con el río
Pasca (Cuja?), desde allí se extendía la llanura del valle.
Saguanmachica
consideró muy angosto el paso para sus tropas y decidió hacer un alto hasta el
día siguiente, disponiendo de dos mil guerreros para que en la noche penetraran
secretamente en el monte, ganaran la retaguardia del enemigo ubicada en la
colina y en las primeras horas de la mañana reiniciar el ataque. Poco antes del
amanecer los centinelas Sutagaos dieron la alarma, porque los sintieron, y
pusieron en confusión sus mismas tropas que alarmadas no se pudieron
reorganizar, soltaron las armas y tuvieron que huir cobardemente y salir en
estampida cuando se sintieron rodeados por las tropas del Zipa que se habían
dividido tácticamente en dos fuertes escuadrones.
Saguanmachica
acometió por las laderas de la colina a los guerreros Sutagaos que fueron
muertos y heridos, el resto se replegó al sur, hacia el valle (de Fusagasugá).
En la refriega
el cacique de Tibacuy resultó seriamente herido; el cacique Pasca murió en el
campo de batalla víctima de un macanazo. Uno de los más poderosos y aguerridos
combatientes, el valeroso Usatama, cayó herido y fue apresado por las huestes
muiscas. Por su parte, los indios Pandis que también formaban parte de la
coalición defensora del Valle de los Sutagaos replegaron velozmente sus
guerreros hacia el sur, al otro lado del río Sumapaz, cuando el desarrollo del
enfrentamiento aseguraba una estruendosa derrota. El cacique de Fusagasugá por
consejo del cacique Tibacuy no tuvo más alternativa que rendirse y someterse
cobardemente al vencedor. En horas de la tarde había en el campo de batalla
multitud de cadáveres esparcidos de los caídos en el fragor del combate. Los
Usatamas y Tibaquis fueron fácilmente dominados por las tropas muiscas, que en
grueso número los rodearon mientras combatían al invasor. El poblado de Usatama
también fue atacado, incendiado y arrasado: los habitantes huyeron despavoridos
a los bosques circunvecinos.
Luego de haber
obtenido la victoria, dominio y vasallaje en la zona y de no haber perdido un
solo guerrero en la campaña, Saguanmachica regresó a la Sabana (de Bogotá) tomando
como vía el caserío de Usatama con el propósito de reconocer personalmente el
terreno, subió con sus combatientes por la serranía de Subya, en donde se encontraron
con muchas dificultades, debido a las malezas y zonas anegadas.
Existen
algunas versiones que implican al cacique Fusagasugá en la derrota, debido a la
traición que hizo a los otros caciques, ya que previamente había hecho hacer
saber a los invasores las características de la defensa; otras interpretaciones
afirman que Samanguachica contó con el apoyo del cacique de los Pascas contra el de Fusagasugá y Tibacuy.
SEGUNDA
INVASIÓN CHIBCHA
Con el paso de
los años y de mantenerse una aparente paz entre Sutagaos y Muiscas (Chibchas),
los primeros se sublevaron, envalentonados por la invasión que para ese tiempo
habían hecho los Panches a tierras muiscas, en el cerro de Tena y Zipacón. Esto
ocasionó que el zipa Nemequene, sucesor de Saguanmachica, enviara al Valle de
los Sutagaos a su sobrino Tisquesusa al comando de 40 mil (sic) combatientes
para reconquistar la región.
Tomó como
camino de invasión las montañas de Subya, llegando al caserío de Usatama. Los
Sutagaos no se habían alistado militarmente y depositaron más su confianza en
las artes mágicas. Las tropas de Tisquesusa irrumpieron en el valle
destacándose Sajipa, uno de los guerreros más valientes, sin que se presentara
ninguna refriega y resistencia de importancia. Los Sutagaos sin ninguna organización
y sin un líder estratega, se declararon vencidos.
Algunos de los jefes de la
rebelión pagaron con sus vidas, otros recibieron un castigo severo.
Los Muiscas
obtuvieron el total dominio sobre las demás tribus coaligadas y sublevadas de
la región. Para lograr un total dominio preventivo, se estableció una milicia o
guardia fronteriza integrada por Guechas en Subya y Ciénaga en las
estribaciones de la cordillera de Subia y Tibacuy. Luego, Nemequne regresó a la
sabana, tomando como ruta el camino de Pasca portando los trofeos de guerra
luego de su victoria.
El territorio
Sutagao, como resultado de los hechos, entró a formar parte de los dominios del
Zipa que estaba dividido en cinco comarcas, conjuntamente con las de
Facatativá, Chocontá, Zipaquirá y Bogotá. Estos hechos del siglo XV fueron la
antesala de la llegada de los españoles a estos territorios en 1537.
EL DESTINO FINAL DE LOS SUTAGAOS
Los
conquistadores encontraron en 1537
a los Sutagaos sometidos a los Muiscas y fácilmente
dominaron su territorio sin oposición. Si bien es cierto, los Sutagaos no
hicieron ningún tipo de resistencia a los nuevos invasores, ni hubo
enfrentamientos, más bien los consideraron aliados contra el dominio que con
sus invasiones les habían impuesto los Muiscas a estos territorios. Más aún,
éstos colaboraron con el invasor facilitando algunos guerreros a los ibéricos
para el sometimiento de otras tribus belicosas como los Panches que se oponían
al dominio español.
Fueron
conquistadores de los Sutagaos: Francisco Méndez de Valdivieso, Antonio de
Olaya, Juan Bautista de Avalos, Sancho de Camargo, Fernando Sotomayor, Gaspar
Enríquez, Bartolomé de Pineda y Juan de Ródenas.
En 1560, los
Sutagaos son organizados en una Encomienda donde debían dedicarse a la labranza
y con el producto de su esfuerzo, pagar el tributo al encomedero que los tenía
a su cargo, pero la producción de los cultivos no fue rentable y más bien, dio
muchas las pérdidas, debido al abuso de los blancos y a la poca experiencia de
la mano de obra indígena en el agro, lo que se reflejó en los continuos
incumplimientos en el pago del impuesto.
En 1592 se
crea el Pueblo de Indios siguiendo los parámetros de las Leyes de Indias. El
poder del cacique quedó sólo en apariencia y los nativos debían regirse por las
normas establecidas por las autoridades ibéricas y de los funcionarios
encargados de hacerlas cumplir. A partir de este momento los Sutagaos pierden
su identidad por la evangelización y la sustitución paulatina de sus costumbres
ancestrales.
A mediados del siglo XVII se crea el Resguardo, los nativos ya podían
disponer de terrenos para hacer sus propios cultivos, aunque con la obligación
de pagar el Tributo, pero este sistema también fracasó con los años, debido a
las dificultades en la producción y en la poca rentabilidad que dejaba, sumado
a los inconvenientes en la cancelación
de dicho tributo por parte de los indios, lo que en últimas, provocó que se
arrendaran algunas partes del resguardo a los españoles.
En 1774 los
reducidos poblados indígenas de Pandi, Tibacuy, Pasca y Fusagasugá sobrevivían
a duras penas, debido más que todo a la disminución de nativos y al acoso de
los españoles por apropiarse de sus tierras. A través de la colonia se
vislumbró para los blancos una condición difícil permaneciendo en gran pobreza
residenciados en el casco rural sin más alternativa que establecer estrechas
relaciones con el pueblo indio. El despojo de las tierras de los Sutagaos por
parte de los españoles se consumó vergonzosamente en 1776. Las tierras despobladas
se convirtieron en extensas haciendas de miles de hectáreas en manos de
terratenientes. A pesar del traslado a Pasca de los nativos, muchos no lo
aceptaron, se devolvieron y se quedaron a vivir en los bosques, lejos de la
sociedad.
Por su parte,
los indios Chyayzaques sobrevivían en estado salvaje, dispersos por los bosques
de la zona sur del actual Municipio, cerca del río Fusagasugá y mantenían
vínculos con los indios Fusungaes (Sutagaos), según lo afirmaba el capitán
Antonio de Alcedo en 1784.
En 1800 el comisionado
Juan José Narciso Maldonado traslada a Pasca a los pocos indios que aún
quedaban en Usatama y que posteriormente, en 1802, son devueltos y regresan a
Fusagasugá. Durante la época de la gesta libertadora se presenta menos
discriminación hacia los nativos, éstos regresan al campo y se reducen a vivir
en las afueras del pueblo en los rezagos que quedaban de los resguardos;
mientras los mestizos permanecían en los pueblos. Las gentes del campo que
subsistían en las condiciones más lamentables no tenían acceso a la propiedad
de las tierras porque las autoridades y los mismos latifundistas se resistían a
darles derechos. Existía el sistema de la Cabuya, mediante el cual los
administradores de haciendas entregaban a los arrendatarios una extensión de terreno
virgen pero con duras contraprestaciones y castigos como el Cepo.
La extinsión
fue paulatina y los pocos Sutagaos se diluyeron en el mestizaje.